Durante el 9º mes, al estar ya en la recta final del embarazo, las revisiones al ginecólogo serán cada vez más frecuentes. En estas visitas, se tomará la tensión arterial para controlar la aparición de preeclampsia y se harán análisis de sangre y de orina. Se realizarán ecografías por vía vaginal para observar la posición del feto y de la placenta, la frecuencia y el ritmo cardíaco del futuro bebé, la trayectoria del cordón umbilical (un enrollamiento alrededor del cuello puede ser muy peligroso) y la longitud del cuello uterino para controlar lo cerca que está el parto. Otra manera de observar los cambios en esta estructura es mediante una exploración vaginal.
La monitorización fetal es una prueba que consiste en atar unas correas alrededor de la tripa de la madre para registrar el latido cardiaco del feto y detectar si la mujer tiene contracciones reales o de Braxton Hicks. Esta prueba no se considera necesaria hasta la semana 40, pero algunos centros la empiezan a realizar a la semana 36.
También se suele tomar una muestra de la mucosa vaginal y anal con un bastoncillo para detectar la presencia de Streptococcus Agalactiae en la madre, que en el momento del parto podría contagiar al bebé. En caso de ser positivo, se tratará a la embarazada con antibióticos y después del parto se tendrá en observación al bebé.
Para saber más:
Imagen de Crecer Feliz |
También se suele tomar una muestra de la mucosa vaginal y anal con un bastoncillo para detectar la presencia de Streptococcus Agalactiae en la madre, que en el momento del parto podría contagiar al bebé. En caso de ser positivo, se tratará a la embarazada con antibióticos y después del parto se tendrá en observación al bebé.
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