Según datos de 2016, en España viven 35000 personas con síndrome de Down. La conocida trisomía 21, hace que estas personas en lugar de tener 46 cromosomas tengan 47.
Algunas pruebas como el Triple Screening y la amniocentesis permiten diagnosticar esta alteración en el período prenatal. Para realizar cualquiera de estas, es necesario que la embarazada conozca toda la información y los riesgos y firme un consentimiento informado.
En el caso de que el diagnóstico sea positivo, son muchos los sentimientos y reacciones que pueden experimentar los padres. Algunos de los más comunes son: la tristeza, negación, culpabilidad, rabia, frustración, depresión, hiperactividad y, pasado un tiempo, puede que alegría, por la nueva vida que está en camino y alivio, al conocer las posibilidades de las personas con esta discapacidad.
Los profesionales sanitarios deben permitir que los padres se expresen y comenten sus sentimientos. También, deberán proporcionarles la información solicitada y responder todas sus dudas e inquietudes. Por último, se le debe informar de las opciones que disponen.
Si los padres no quisieran continuar con el embarazo, o no tener al bebé, la legislación española permite interrumpir el embarazo antes de las 22 semanas de gestación si se ha confirmado el diagnóstico de síndrome de Down. Otra opción es dar al bebé en adopción tras el parto, como en cualquier nacimiento. El programa Padres que Acogen, de la asociación DOWN ESPAÑA, permite adoptar a niños con síndrome de Down.
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