Otras pruebas que se realizan a la embarazada durante la primera visita al ginecólogo son análisis tanto de orina como de sangre y una citología vaginal.
En el análisis de sangre, se valora la presencia de anticuerpos contra la rubéola y la varicela (de no ser inmune, podría ser peligroso para el embarazo si la madre las contrae por primera vez durante este periodo), se hace un recuento de glóbulos rojos para valorar la presencia de anemia (en caso de haber un bajo recuento, la madre podría sentirse más cansada de lo normal y además aumentarían las probabilidades de un parto prematuro). Por último, se averigua el grupo sanguíneo de la futura madre y el factor Rh de sus glóbulos rojos. Las mujeres Rh negativas (es decir, que no tienen este factor), necesitan someterse a un tratamiento para proteger al feto de un problema potencialmente peligroso en la sangre. Además, su ginecólogo le preguntará si quiere realizarse una prueba de VIH.
En el análisis de orina, se busca la presencia de bacterias, las cuales indican una infección en la vía urinaria. Estas infecciones suelen no presentar sintomatología, pero si se extiende hasta los riñones supone un riesgo grave para la madre y para el feto. El tratamiento son antibióticos específicos para embarazadas. Además, en estos análisis se valora la presencia de azúcar (signo de diabetes) y de proteínas (indicativo de infecciones de las vías urinarias o de alta presión arterial en etapas posteriores del embarazo).
La citología vaginal, o también llamada prueba de Papanicolau, es un procedimiento que se lleva a cabo para el estudio de la células del cuello uterino de la mujer. Consiste en un raspado de la superficie del cervix con una espátula o un cepillo para recoger células pertenecientes a esta zona. Posteriormente, esta muestra se envía al laboratorio para analizar en busca de células pre malignas o malignas de cáncer cérvico-uterino y de infecciones vaginales.
Para saber más:
En el análisis de sangre, se valora la presencia de anticuerpos contra la rubéola y la varicela (de no ser inmune, podría ser peligroso para el embarazo si la madre las contrae por primera vez durante este periodo), se hace un recuento de glóbulos rojos para valorar la presencia de anemia (en caso de haber un bajo recuento, la madre podría sentirse más cansada de lo normal y además aumentarían las probabilidades de un parto prematuro). Por último, se averigua el grupo sanguíneo de la futura madre y el factor Rh de sus glóbulos rojos. Las mujeres Rh negativas (es decir, que no tienen este factor), necesitan someterse a un tratamiento para proteger al feto de un problema potencialmente peligroso en la sangre. Además, su ginecólogo le preguntará si quiere realizarse una prueba de VIH.
En el análisis de orina, se busca la presencia de bacterias, las cuales indican una infección en la vía urinaria. Estas infecciones suelen no presentar sintomatología, pero si se extiende hasta los riñones supone un riesgo grave para la madre y para el feto. El tratamiento son antibióticos específicos para embarazadas. Además, en estos análisis se valora la presencia de azúcar (signo de diabetes) y de proteínas (indicativo de infecciones de las vías urinarias o de alta presión arterial en etapas posteriores del embarazo).
La citología vaginal, o también llamada prueba de Papanicolau, es un procedimiento que se lleva a cabo para el estudio de la células del cuello uterino de la mujer. Consiste en un raspado de la superficie del cervix con una espátula o un cepillo para recoger células pertenecientes a esta zona. Posteriormente, esta muestra se envía al laboratorio para analizar en busca de células pre malignas o malignas de cáncer cérvico-uterino y de infecciones vaginales.
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